Comentario de cine: "The Deer Hunter"
Sobre la historia del inmigrante y el 'punto de vista inclusivo'
Ayer en la noche vi de nuevo The Deer Hunter. La primera vez que la vi fue hace trece o quizás quince años pero me acuerdo clarísimo que me dejó pasmado. La película tiene el mismo efecto cuasi traumatizante de Apocalypse Now, la otra gran película sobre la Guerra de Vietnam. El argumento de que son dos caras de la misma moneda es sencillo de hacer: mientras que A.N. se centra en el infierno experimentado por los soldados en la misma guerra, D.H. es sobre los que se trajeron la guerra consigo de vuelta a sus hogares. Dentro y fuera de la guerra. Las dos perspectivas son tan opuestas como complementarias, y ambas se refuerzan además porque las dos películas son de esas que te hacen sentir parte de una experiencia así de horrible como ir a luchar una guerra estúpida y sin sentido en otro país.
Un poco sobre la trama para el que no ha visto The Deer Hunter: un trío de estadounidenses de ascendencia eslava –no se aclara muy bien de qué país específicamente, pero tampoco es necesario– son llamados para servir a su país en la Guerra de Vietnam, de la que dos vuelven bastante afectados y uno ya no volverá. La película es del 78’, cinco años después de la retirada de USA de Vietnam, un hito que fue tan caótico, traumatizante y humillante como la más reciente retirada de Afganistán, y en la que quizás se consiguió aún menos.
Para ser una “película sobre la Guerra de Vietnam” –esto es un género en sí mismo en el arte norteamericano; piensen Forrest Gump o toda la discografía de Creedence– , The Deer Hunter dedica sorprendentemente poco tiempo a la guerra misma. En la práctica son tres secuencias largas “en combate”, seguidas por otras muchísimo más extensas que tienen lugar en Hanoi y alrededores. Luego de esto, la acción regresa al pueblo pequeño en Pensilvania donde parte la película y donde los personajes nos fueron introducidos. Puede que esto suene casi a “falsa publicidad”, pero el tema es que el juego que hace The Deer Hunter es usar la Guerra de Vietnam solo como un elemento para afectar a los personajes: la película está muchísimo más interesada en sus identidades qué en el rol que jugaron en el conflicto.
Es por esto también que la secuencia más larga de la película es el comienzo. La introducción de los tres protagonistas, sus amigos, familia y central a todo esto, su comunidad, es lo que realmente importa y para esto la película comienza con un hito en la vida de todos ellos: un matrimonio. Como todos ellos pertenecen a la iglesia ortodoxa rusa y esta a su vez define sus trasfondos étnico-culturales, la boda y toda la acción que ocurre en torno a ella es codificada por este prisma.
En pocas palabras, es la experiencia del inmigrante.
Aunque no se específica, se da por entendido que todos los personajes protagónicos son segunda o quizás primera generación nacida en Estados Unidos. Ellos actúan y son de forma de ser completamente yankis, aunque digan “na zdorovie!” para hacer un salud y tengan apellidos terminados en -ich u -ov, pero sus padres aún hablan en idiomas eslavos y mantienen vivas las tradiciones del “viejo continente”. Frente a ellos, los tres protagonistas se ven muchísimo más libres, felices y prósperos, con un trabajo estable en una fábrica de acero, novias y la estabilidad económica suficiente como para ir al bar o salir de caza con regularidad.
La guerra cambia todo esto.
Una lectura de la película es que la Guerra de Vietnam, en su rol como gran trauma de la generación nacida después de la Segunda Guerra Mundial, es presentada como el precio a pagar por ser parte de este nuevo país, de esta Norteamérica que se alzaba como la nación dominante, ofreciendo consigo libertad y prosperidad. No quiero arruinar el desarrollo de la película, pero al final uno queda con la impresión de que estas promesas quizás nunca valieron la pena.
Ahora, hay un punto en la película que si uno la ve hoy en día, resalta pero no de buena manera: la representación de los vietnamitas. En ningún momento de la película se hace el más mínimo esfuerzo por presentarlos como algo más que “el otro”. Cualquier persona de origen asiático en la película es presentado en el mejor de los casos como un antagonista, en el peor como un estereotipo bastante caricaturesco. Los soldados vietnamitas son terroríficos, barbáricos, brutales… pero nunca humanos.
Fue mi polola la que comentó este punto cuando terminamos de verla y ambos nos preguntamos si una película con una perspectiva así de “excluyente” podría ser filmada hoy en día. Yo respondí que aunque no es tan hoy-hoy en día, pero American Sniper (2014) de Clint Eastwood también representa a las personas de medio oriente como nada más que adversarios cuasi monstruosos. Esa película fue enormemente criticada por esto, al punto de haber sido rechazada por muchos críticos como nada más que propaganda de alto presupuesto.
Me acuerdo haber leído que Eastwood defendió su decisión argumentando que el foco no estaba en una representación general de las partes en conflicto, sino que en la experiencia en particular del solado estadounidense. El mismo punto se puede hacer sobre The Deer Hunter, pero con una salvedad. Mientras que en American Sniper el protagonista es presentado como un estadounidense promedio, en The Deer Hunter hay un elemento étnico explícito, que es que todos son eslavos. En la película de Eastwood uno podría leer más un elemento de clase en un protagonista que es un “average Joe”, pero esto no es destacado lo suficiente como para asumirse como un elemento central. Por el otro lado, en The Deer Hunter toda la acción va codificada como la experiencia de los hijos de inmigrantes.
Esto complica un poco el punto de la perspectiva excluyente. Es cierto que la película se podría haber ampliado para darle más cuerpo y dimensión a los personajes vietnamitas, incluyendo quizás un elemento de identidad de su propio lado en la manera en la que esta guerra entre comunismo y capitalismo está aplastando sus propias tradiciones e identidad, pero también es cierto que con esto la película correría el riesgo de volverse insoportablemente compleja. Esto es un problema de gran parte del cine norteamericano actual, con historias divididas en varias partes que se vuelven difíciles de seguir o personajes aburridos con líneas argumentales poco logradas que terminan sufriendo en comparación con las de los demás. En contraste con esto, The Deer Hunter dura 3 horas y 3 minutos, pero aunque se siente larga y agotadora, nunca pierde el foco.
Esto es porque la película tiene muy claro cuál es su objetivo, mientras que mucho del cine yanki actual se deshace tratando de satisfacer una infinidad de mandatos políticos y de representación. Aunque bien intencionados y probablemente efectivos como masa crítica y al largo plazo, no ha resultado en muchas películas con el potencial de pasar a la historia como clásicos, como sí lo ha logrado The Deer Hunter
Ahora, esto no significa que estas consideraciones deban ser rechazadas: la película de Eastwood es prueba de que una película con una perspectiva “excluyente” también puede ser olvidable. Pero creo que sí implica que hay un mérito inherente a una película que cuenta una historia bien enfocada. Un ejemplo reciente de esto puede ser Manchester by the Sea, una película que cuenta una historia netamente de blancos sobre blancos que ya se ha situado como un clásico moderno.
La “solución” a este asunto –si es que acaso se le puede reducir a algo tan simple como un “problema en busca de una solución”– ya ha sido propuesta varias veces: no exigir que todas las películas tengan que calzar con mandatos políticos, sino que ampliar las voces e historias. Tener varias y variadas películas sobre perspectivas particulares, así como también un lugar para quienes busquen explícitamente conjugar varias perspectivas diferentes y contrastar unas con las otras.
Pero eso no resuelve un problema… The Deer Hunter sigue siendo más impactante que la película promedio.
El hecho es que también se puede hacer el punto que básicamente negarle su humanidad a los personajes vietnamitas es parte de los elementos que ayudan a que la película impacte de la manera en la que lo hace. Esto porque la perspectiva se reduce exclusivamente a la de los personajes: para ellos los soldados vietnamitas eran efectivamente monstruos. Mostrar esta perspectiva averiada, e incluso racista, contribuye a la totalidad arrolladora de la experiencia presentada porque la película no se sitúa desde un punto de vista “moralmente superior” a sus personajes, sino que acepta rebajarse a su nivel.
Al mismo tiempo, The Deer Hunter permite que el espectador empatice con los personajes de “representación favorecida”. Aquí es donde falló una película que me pareció buena, pero olvidable, Killer of the Flower Moon de Scorsese. Es cierto que esta realiza un retrato muchísimo más complejo tanto de los blancos como de los nativo-americanos, pero también enjuicia y coloca a los primeros como los villanos de la historia al mismo tiempo que los protagonistas, negando al espectador la posibilidad de también sopesar su lado del argumento.
Irónicamente, el cine que muchas veces logra este nivel de impacto es el ruso. Me acuerdo que Leviathan de Andrey Zvyagintsev me dejó con una sensación similar a The Deer Hunter, una de haber sido confrontado con una representación de la realidad que se siente no como una interpretación de esta, sino que como una captura sin filtro. Películas de la era soviética tienen este efecto, aunque también, e irónicamente, muchas de ellas no pasaron a la historia por la misma razón que gran parte del cine norteamericano actual probablemente tampoco lo haga: al ser producidas desde el pantano de la censura soviética, eran planteadas desde sus comienzos desde un punto de vista ficticio, pensado para ser “superior a la realidad”; los ‘ingenieros del alma humana’, como llamó Stalin a los artistas soviéticos.
Entonces… creo que sí, se podrían haber hecho cambios en The Deer Hunter para que la representación de los personajes asiáticos no sea tan grotesca. Y me alegro de que así ocurra hoy en día. Pero también es innegable que la película tiene un impacto que simplemente no está presente en el cine actual. Quizás el compromiso con una perspetiva total, con todo lo que esto implica, tiene un mérito después de todo y merece tener su propio rincón.